Jesús cura al paralítico de Betzatá

La curación del paralítico en el estanque de Betzatá (o Betesda) es un pasaje crucial del Evangelio de Juan (Capítulo 5).

Reflexión sobre la Curación del Paralítico

Esta historia no es solo sobre una curación física; es una profunda enseñanza sobre la limitación humana, la resignación y la autoridad de Jesús.

1. El Peligro de la Resignación y el Enfoque Equivocado

El paralítico llevaba casi cuatro décadas esperando un método milagroso (la agitación del agua) que dependía de la suerte o de la ayuda de otros, una ayuda que nunca llegaba.

Reflexión: Muchas veces, nuestra "parálisis" no es solo física, sino espiritual o emocional. Nos resignamos a situaciones crónicas ("siempre he sido así", "nunca podré cambiar") y ponemos nuestra esperanza en métodos (una dieta, una pastilla, un cambio de trabajo) en lugar de en el poder directo y la voluntad de Jesús. La pregunta de Jesús, "¿Quieres ser sano?", nos confronta directamente con nuestra voluntad: ¿realmente queremos salir de nuestra zona de comodidad, incluso si es una comodidad de sufrimiento?

2. El Poder de la Palabra sobre el Método

Jesús demuestra que no necesita rituales, supersticiones, ni la "agitación del agua" para sanar. Su sanidad viene por la autoridad de su palabra hablada.

Reflexión: La sanación vino al instante de la obediencia a la orden de Jesús: "Levántate y anda". El hombre fue sanado en el momento en que actuó sobre una orden que era humanamente imposible. El milagro se manifiesta cuando dejamos de buscar métodos complicados y simplemente obedecemos la instrucción de Jesús, creyendo en Su poder por encima de cualquier tradición o creencia popular.

3. Asumir la Historia (Cargar el Lecho)

Jesús le pide que haga algo más que levantarse: "toma tu lecho, y anda."

Reflexión: El lecho o camilla representaba 38 años de enfermedad, era su identidad de enfermo. Al cargarlo, el hombre no solo prueba que está sano, sino que asume su historia pasada y la lleva consigo, pero ahora como una prueba de su curación, no como una atadura. Para nosotros, la curación plena implica tomar nuestro pasado, no como algo que nos paraliza, sino como una evidencia de dónde nos sacó Cristo. Además, al caminar, desafía a las autoridades, mostrando que la misericordia y la vida están por encima de la ley religiosa (el Sábado).