Haz tu consagración: Virgen María, señora del Santo Rosario, consagro este mes completamente a ti. Que cada cuenta de mi Rosario sea una súplica de amor, de protección y de conversión para mi alma y la de mi familia. Recibe mis intenciones más profundas. Tú conoces mis necesidades más que yo mismo. Tú sabes lo que mi corazón calla por pudor y lo que grita por desesperación. Llévame a Jesús por el camino más corto. Defiende mi alma de todo mal. Protege mi hogar de toda influencia negativa, que tu Rosario sea mi escudo y mi fortaleza todos los días de mi vida. Ruega por mí ahora y en la hora de mi muerte, que cuando llegue mi último momento sea tu rosario lo que me acompañe al encuentro con tu hijo.
Amén
Haz tu petición para 3 intenciones específicas: 1 personal; 1 familiar y 1 por las intenciones de María
Haz El Rosario:
Rosario de hoy miércoles
Misterios Gloriosos
Inicio: Señal de la Santa Cruz
Acto de contrición:
Nuestro primer paso nos conduce a la madrugada de un domingo, a un sepulcro vacío que se convierte en cuna de la esperanza eterna. Después del sábado de silencio y dolor, la tierra tiembla y un ángel remueve la piedra. ¡Cristo ha resucitado! No está entre los muertos. Las santas mujeres, llenas de temor y de una alegría inmensa, reciben la noticia y corren a anunciarla a los discípulos. Pedro y Juan corren al sepulcro y ven las vendas en el suelo, el sudario plegado. ¡Ha vencido a la muerte! Contemplemos el poder infinito de Dios que levanta a su Hijo de entre los muertos, inaugurando una nueva creación. Esta es la piedra angular de nuestra fe: Cristo vive, y en Él, nosotros también viviremos. Que la alegría de la Resurrección inunde nuestras almas y nos impulse a ser testigos de su victoria.
El primer misterio glorioso: La Resurrección del Señor.
- Un (1) Padre Nuestro
- Diez (10) Ave María
- Un (1) Gloria
- Un (1) María, Madre de gracia
- Un (1) Oh, Jesús mío
Desde la tumba vacía, nuestros ojos se elevan hacia el cielo. Durante cuarenta días, Jesús se aparece a sus discípulos, fortaleciendo su fe y preparándolos para la misión. Llegado el momento, los lleva al Monte de los Olivos. Allí, mientras los bendecía, se elevó a la vista de ellos, y una nube lo ocultó a sus ojos. No se va para abandonarnos, sino para prepararnos un lugar y para sentarse a la diestra del Padre, intercediendo por nosotros. Ángeles consuelan a los discípulos, asegurándoles que así como lo han visto irse, así volverá. Contemplemos la exaltación de Cristo, Rey del Universo, que retorna a la gloria del Padre. Sintamos en nuestros corazones el anhelo del Cielo y la certeza de que Él está con nosotros todos los días, hasta el fin del mundo.
El segundo misterio glorioso: La Ascensión del Señor al Cielo.
- Un (1) Padre Nuestro
- Diez (10) Ave María
- Un (1) Gloria
- Un (1) María, Madre de gracia
- Un (1) Oh, Jesús mío
Los apóstoles, junto con María Santísima, se recogen en oración en el Cenáculo, esperando la promesa del Padre. De repente, un ruido como de viento impetuoso llena la casa, y aparecen lenguas como de fuego que se posan sobre cada uno de ellos. Quedan llenos del Espíritu Santo y comienzan a hablar en otras lenguas, proclamando las maravillas de Dios. Es Pentecostés, el nacimiento de la Iglesia, la fuerza divina que transforma a hombres temerosos en valientes testigos. Contemplemos el fuego del amor divino, el Paráclito que nos guía, nos santifica y nos da los dones necesarios para vivir nuestra vocación cristiana. Pidamos una nueva efusión del Espíritu Santo en nuestras vidas, para que renueve nuestro ardor misionero.
El tercer misterio glorioso: La Venida del Espíritu Santo sobre los Apóstoles y la Virgen María.
- Un (1) Padre Nuestro
- Diez (10) Ave María
- Un (1) Gloria
- Un (1) María, Madre de gracia
- Un (1) Oh, Jesús mío
La gloria de Cristo se refleja de manera especialísima en aquella que fue su más fiel discípula, su Madre. Cumplido el curso de su vida terrena, Aquella que fue preservada de toda mancha de pecado, que llevó en su seno al Autor de la Vida, no podía conocer la corrupción del sepulcro. Fue llevada por los ángeles al Cielo, en cuerpo y alma, para participar plenamente de la gloria de su Hijo. Imaginemos la alegría de ese encuentro celestial, la entrada triunfal de la Madre en el Reino de su Hijo. Contemplemos la dignidad sublime de María, primicia de la Iglesia glorificada y signo de esperanza cierta para todos nosotros. Ella nos precede y nos espera en la gloria.
El cuarto misterio glorioso: La Asunción de la Bienaventurada Virgen María al Cielo en cuerpo y alma.
- Un (1) Padre Nuestro
- Diez (10) Ave María
- Un (1) Gloria
- Un (1) María, Madre de gracia
- Un (1) Oh, Jesús mío
Y en la cumbre de esta contemplación gloriosa, vemos a nuestra Madre celestial recibir el honor que le corresponde. En el Cielo, la Santísima Trinidad corona a María como Reina de ángeles y santos, Reina del cielo y de la tierra. Ella, la humilde sierva del Señor, es exaltada sobre todas las criaturas. Su corona no es de poder terrenal, sino de amor, de misericordia, de intercesión poderosa. Contemplemos a María, Reina y Madre nuestra, intercediendo constantemente por nosotros ante el trono de su Hijo. Acudamos a Ella con confianza filial, sabiendo que como Reina poderosa y Madre compasiva, nos obtendrá las gracias que necesitamos para alcanzar la gloria eterna.
El quinto misterio glorioso: La Coronación de la Bienaventurada Virgen María como Reina y Señora de todo lo creado.
- Un (1) Padre Nuestro
- Diez (10) Ave María
- Un (1) Gloria
- Un (1) María, Madre de gracia
- Un (1) Oh, Jesús mío
- Letanías a la Santísima virgen
- Padre Nuestro
- Ave María
- Gloria
- Salve a la Virgen
- Avemaría purísima, sin pecado concebida
- Señal de la Santa Cruz
Haz esta oración final: Virgen María, toma estas súplicas en tu inmaculado corazón. Presenta cada una ante el trono del altísimo. Yo confío en tu intercesión poderosa porque sé que tú puedes alcanzar lo que yo no puedo ni imaginar. Si algunas de mis peticiones no conviene para mi bien eterno, cámbiala por lo que más necesito, pero si es tu voluntad concedérmelas, que sea para la mayor gloria de tu hijo, Jesús.
Amén

