Haz tu consagración: Virgen María, señora del Santo Rosario, consagro este mes completamente a ti. Que cada cuenta de mi Rosario sea una súplica de amor, de protección y de conversión para mi alma y la de mi familia. Recibe mis intenciones más profundas. Tú conoces mis necesidades más que yo mismo. Tú sabes lo que mi corazón calla por pudor y lo que grita por desesperación. Llévame a Jesús por el camino más corto. Defiende mi alma de todo mal. Protege mi hogar de toda influencia negativa, que tu Rosario sea mi escudo y mi fortaleza todos los días de mi vida. Ruega por mí ahora y en la hora de mi muerte, que cuando llegue mi último momento sea tu rosario lo que me acompañe al encuentro con tu hijo.
Amén
Haz tu petición para 3 intenciones específicas: 1 personal; 1 familiar y 1 por las intenciones de María
Haz El Rosario:
Rosario de hoy sábado
Misterios de Gozosos
Inicio: Señal de la Santa Cruz
Acto de contrición:
Comenzamos nuestro peregrinar en un humilde hogar en Nazaret. Imaginemos la escena: una joven, recogida en oración, pura y llena de gracia. Es María. Y he aquí que la luz divina la envuelve, y el Arcángel Gabriel se presenta ante ella. Escuchemos con el corazón el saludo del Ángel: "Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo". Un escalofrío de asombro y santa reverencia recorre a María. Se le anuncia que concebirá en su vientre y dará a luz un hijo, al que llamará Jesús, el Hijo del Altísimo. Meditemos en su "Hágase en mí según tu palabra". Un sí que cambió la historia, un fiat que abrió las puertas del cielo a la tierra. La humildad y la obediencia de María nos enseñan la belleza de la entrega total a la voluntad de Dios.
El primer misterio gozoso: La Anunciación del Ángel a la Virgen María
- Un (1) Padre Nuestro
- Diez (10) Ave María
- Un (1) Gloria
- Un (1) María, Madre de gracia
- Un (1) Oh, Jesús mío
El eco de este "sí" aún resuena en nuestros corazones cuando María, portadora de la Promesa, se pone en camino. No piensa en sí misma, sino en su prima Isabel, quien también ha recibido una gracia especial en su ancianidad. Imaginemos el encuentro
de estas dos mujeres santas. Al oír el saludo de María, el niño Juan salta de gozo en el vientre de Isabel, y ésta, llena del Espíritu Santo, exclama: "¿Quién soy yo para que la madre de mi Señor venga a visitarme?". En este abrazo se encuentran la Antigua y la Nueva Alianza. María, la primera misionera, lleva a Cristo en su seno, irradiando alegría y servicio. Contemplemos la caridad ardiente de María y su prontitud para servir al prójimo.
El segundo misterio gozoso: La Visitación de Nuestra Señora a Santa Isabel
- Un (1) Padre Nuestro
- Diez (10) Ave María
- Un (1) Gloria
- Un (1) María, Madre de gracia
- Un (1) Oh, Jesús mío
El tiempo sigue su curso, y el decreto del César obliga a María y a José a emprender un arduo viaje a Belén. No hay lugar para ellos en la posada. La noche es fría, el ambiente, austero. Pero en medio de la pobreza y la sencillez, el milagro más grande está por suceder. En un establo, entre animales, la Luz del mundo viene a nosotros. María contempla con ternura infinita el rostro de su Hijo, el Salvador. Ángeles cantan glorias en las alturas, y pastores humildes son los primeros en adorarle. Meditemos en la pobreza y humildad de nuestro Rey, que eligió nacer en la sencillez para enseñarnos el desapego de los bienes terrenales y la riqueza del espíritu.
El tercer misterio gozoso: El Nacimiento del Hijo de Dios en el portal de Belén
- Un (1) Padre Nuestro
- Diez (10) Ave María
- Un (1) Gloria
- Un (1) María, Madre de gracia
- Un (1) Oh, Jesús mío
Los días pasan, y cumpliendo la Ley de Moisés, María y José llevan al Niño al Templo. Allí, el anciano Simeón, movido por el Espíritu Santo, lo toma en brazos y bendice a Dios, reconociendo en ese pequeño Infante la salvación esperada. "Luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel". Pero también anuncia a María una espada que atravesará su alma, uniendo su gozo a la sombra de la futura Pasión. La profetisa Ana también alaba al Señor y habla del Niño a cuantos esperaban la redención. Contemplemos la obediencia a la ley de Dios y la ofrenda generosa de Jesús y María, un preludio del sacrificio redentor.
El cuarto misterio gozoso: La Presentación del Niño Jesús en el Templo y la Purificación de la Virgen María
- Un (1) Padre Nuestro
- Diez (10) Ave María
- Un (1) Gloria
- Un (1) María, Madre de gracia
- Un (1) Oh, Jesús mío
El Niño crece en sabiduría, estatura y gracia ante Dios y los hombres. Pero llega un momento de angustia para sus padres. Durante la peregrinación a Jerusalén, Jesús, con apenas doce años, se queda en el Templo sin que ellos lo sepan. Imaginemos la zozobra de María y José buscándolo durante tres largos días. Finalmente, lo encuentran en el Templo, sentado entre los doctores, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Su respuesta: "¿No sabíais que debía estar en las cosas de mi Padre?", nos revela su profunda unión con el Padre Celestial. Meditemos en la diligencia de María y José en buscar a Jesús, y en la importancia de buscar siempre a Cristo en nuestras vidas, especialmente cuando sentimos que lo hemos perdido. Él siempre está en la casa del Padre, esperando nuestro regreso.
El quinto misterio gozoso: El Niño Jesús perdido y hallado en el Templo
- Un (1) Padre Nuestro
- Diez (10) Ave María
- Un (1) Gloria
- Un (1) María, Madre de gracia
- Un (1) Oh, Jesús mío
- Letanías a la Santísima virgen
- Padre Nuestro
- Ave María
- Gloria
- Salve a la Virgen
- Avemaría purísima, sin pecado concebida
- Señal de la Santa Cruz
Haz esta oración final: Virgen María, toma estas súplicas en tu inmaculado corazón. Presenta cada una ante el trono del altísimo. Yo confío en tu intercesión poderosa porque sé que tú puedes alcanzar lo que yo no puedo ni imaginar. Si algunas de mis peticiones no conviene para mi bien eterno, cámbiala por lo que más necesito, pero si es tu voluntad concedérmelas, que sea para la mayor gloria de tu hijo, Jesús.
Amén
